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Tras los pasos de Octave Lapize

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Coronando PeyresourdeQue mejor manera de comenzar esta historia que por el principio. Situémonos allá hacia 1910. En aquel año, un incipiente Tour de Francia, que unos años antes había nacido con la vocación de ser la carrera mas importante del mundo, decide dar una vuelta mas de tuerca al incluir por primera vez en su recorrido una durísima etapa de alta montaña atravesando los Pirineos, con pesadas bicis de acero, con un único desarrollo para el ascenso y otro para el llano y la bajada, por carreteras en su mayoría sin asfaltar, los valientes ciclistas de aquella época afrontaron la durísima 10ª etapa de aquel tour con el objetivo de recorrer los 326 kms que separan Luchon de Bayona a través de los Cols de Peyresourde, Aspin, Tourmalet, Soulor, Aubisque y Osquich. Tan solo 10 de los 59 corredores que tomaron la salida lograron culminar la hazaña dentro de control, mientras que el ganador de la etapa y a la postre de aquella edición del Tour, Octave Lapice dejaba para la historia su grito hacia la organización al coronar el Aubisque “¡Sois unos asesinos!”

100 años mas tarde, allí nos encontramos en Luchon esperando que se abra el control para repetir este mismo camino cargado de historia y leyenda, que con el paso de los años se ha convertido en una de las máximas representaciones del panorama cicloturista. Recorrido, que disfrutaremos junto con una nutrida grupeta castellonense-alcañizense-madrileña de ForoMTB entre los que destacar a mis compañeros del equipo Transgredos-Red Ciclista, Joaquín y Edu.

A las 8 de la mañana iniciamos el recorrido con el objetivo de llegar de día a Bayona, un poco presuntuoso de nuestra parte ya que mas de 300 kms y casi 6000 m de desnivel serán los que tendremos que vencer. Aparte, la salida se ha retrasado una hora debido a la coincidencia con otra marcha. Sellamos en el libro de ruta y ya no hay vuelta atrás, casi antes de darnos cuenta estamos saliendo de Luchon y afrontando las primeras rampas del primer coco del día, el Col de Peyresourde, un viejo conocido de la Pirenaica. Los ánimos están altos y la gente sube con un ritmo vivo y alegre, algunos me parece a mí que demasiado. La verdad que abruma simplemente el pararse a pensar todo lo que nos queda por delante. Yo a cada mínima rampa no dudo en tirar para arriba de piñones, manteniendo siempre una cadencia todo lo alegre que se puede mantener en las duras rampas que empiezan a aparecer y alternando cada poco de pie y sentado. La premisa es bien clara, hay que guardar y subir siempre a mi propio ritmo.

A pesar de las previsiones, la mañana ha amanecido soleada y es un gustazo subir este bonito puerto rodeado de prados. Así que en la parte final cuando llegamos a las zetas uno no puede evitar emocionarse un poco recordando las imágenes de los estacazos Contador a Rasmussen y casi sin querer aceleramos un poco el ritmo para coronar el pletóricos el primero de la jornada.

Al otro lado el panorama sigue siendo bueno. Como vamos aun frescos la verdad que no nos entretenemos mucho y nos lanzamos por la vertiente contraria emulando a Perico Delgado cuando se ganó el apodo del loco de los pirineos en una bajada sin demasiadas complicaciones. Tras pasar el desvío de Val Louron la misma suaviza y es momento de reagrupar para bajar todos juntos ya que el aire se deja notar bastante mientras en las cimas hacia donde nos dirigimos ya se empiezan a ver nubes enganchadas que nos indican que el solecito de la mañana no va a ser mas que una ilusión, bueno, entraba dentro de lo previsto.

Nos hacen rodear la localidad de Arreu con un repechito en la circunvalación que bien viene para entonar las piernas de cara al segundo acto, el Col. De Aspin. Un puerto que no sé por qué extraña razón, siempre que lo subo por esta vertiente me trae similares sensaciones, tanto en las piernas como en lo paisajístico, a nuestro querido puerto de la Morcuera en la sierra de Madrid. Edu se destacó en el descenso y ha continuado hacia delante mientras que yo subo resguardado en la grupeta del foro aunque pronto, en cuanto empiezan a pasar los primeros kilómetros de ascenso me noto con las mismas, incluso mejores sensaciones que en el puerto anterior, subiendo muy ágil de pedalada, sintiéndome muy fácil, con lo que mediado el puerto casi sin querer me voy destacando del grupo siempre buscando mi propio ritmo mientras voy disfrutando de estas sensaciones, del paisaje, buscando el siguiente cartel indicativo de kilómetros y porcentaje, adelantando a algunos participantes y siendo adelantado por otros entre los que me encuentro al forero Hegialde que va con los de su grupeta a un ritmito mas que considerable y con quien comparto los kilómetros finales de ese Col.

Arriba tenemos el primer control de la organización donde debemos sellar el carnet de ruta acreditando nuestro paso y contamos con avituallamiento. Agua, coca cola, el típico pan de especia de las marchas norte europeas, chocolate. Avituallamientos correctos, aunque poco variados y a mi parecer poco “potentes” para la animalada que se afronta en esta marcha. Menos mal que nosotros contamos con la colaboración de mi hermano Álvaro que se ofreció a realizar tarea de apoyo con la furgo y la verdad que es de agradecer en una marcha como digo tan larga y dura.

Aquí nos entretenemos un poco mas de lo debido entre que llegan unos y otros. Yo aprovecho para cambiar de maillot para el siguiente puerto. Hoy la ropa que traigo es la equipación del Transgredos-Red Ciclista, pero para el siguiente puerto estrenaré un maillot muy especial, nada menos que el maillot que desde Pirenaica han diseñado para celebrar el centenario de la primera ascensión al Tourmalet, y es que a continuación nuestro periplo por los Cols Pirenaicos va a adquirir de golpe toda su intensidad. Los dos que llevamos hasta ahora tienes la sensación de que han sido poco menos que un calentamiento y que realmente ahora es cuando nos adentramos en la leyenda.

Descendemos velozmente el Aspin buscando Ste. Marie de Campan. En la bajada nos cruzamos con la cabeza de la marcha, esta sí ciclodeportiva, que provocó el retraso en nuestra salida, La Pyrénéenne. En este valle el tiempo ya es un poco mas regular. El cielo está cubierto aunque se mantiene buena temperatura, pero allá arriba, a 2115m seguro que será otra cosa. En esto voy pensando mientras alcanzamos Ste. Marie de Campan donde como no hay que seguir las tradiciones y llenar el bidón con agua de su fuente antes de comenzar la ascensión por el mal camino (traducción un poco libre de la palabra Tourmalet). Antes de eso, aprovechamos para hacernos una foto junto a la placa que recuerda el lugar donde se encontraba la fragua en la que Eugene Christophe tuvo que reparar él mismo la horquilla de su bicicleta durante el tour de 1913. Con la de veces que he pasado por ese pueblo y aun no sabía dónde estaba la dichosa placa, menos mal que el Niño (Joaquín)  con su vena periodística si la encontró en el viaje alforjero que le trajo por estos lares el pasado verano.

TourmaletSin mas dilación, comenzamos el ascenso. La mayoría del grupo ya ha salido hacia arriba. La verdad que siempre que estoy aquí da una pereza terrible pensar que nos quedan 16 durísimos kilómetros de ascenso, sin embargo no es mas que una sensación pasajera, a buen ritmo alcanzamos la localidad de Gripp donde realmente empieza lo duro de esta vertiente y no sé porque siempre que he ascendido por aquí al llegar a ese punto las piernas adquirían velocidad de crucero y me dejaba envolver por el mito de estas laderas sintiéndome casi flotar sobre la carretera. Esta vez no va a ser menos, casi sin darnos cuenta, Edu y yo abandonamos a nuestros acompañantes, subiendo codo con codo, manteniendo el mismo ritmo, constante, ágil, sin forzar pero a lo tonto subiendo con alegría y adelantando gente constantemente mientras vamos comentando los pormenores de la subida. Arriba se entrevén los túneles de la Mongie y la niebla que entra y sale por la ladera, inmediatamente me retrotraigo  a la primera vez que ascendí este puerto hace ya nada menos que 7 años durante la Pirenaica, hacía un día exactamente igual al de hoy, rodeados por la niebla. Muchas ascensiones han venido después pero siempre me impacta la magia ciclista de este lugar. Lo he dicho muchas veces no es ni de lejos el puerto mas bonito de los pirineos, tampoco es, siendo un puerto duro, ni de lejos uno de los mas duros de los pirineos, pero es simplemente el Tourmalet. 100 años de historia, de épica, de ciclismo en estado puro llenan sus laderas, vengas el día que vengas, llueva o haga sol siempre encuentras un buen montón de gente poniendo todo su esfuerzo en ascender por estas laderas sobre esa maravilla máquina de dos ruedas llamada bicicleta.

Nosotros seguimos a lo nuestro. Pasamos el tramo pestoso entre Gripp y la curva de herradura del refugio. El asfalto esta súper machacado después de un invierno tan duro. Casi sin darnos cuenta nos adentramos en la niebla y aparecen los primeros túneles de la Mongie, el tramo mas duro de la ascensión. Sin embargo me siento crecido hoy y además, una ligera brisa ayuda nuestra ascensión desde el fondo del valle. Normalmente al transitar por esta parte tengo un pequeño bajón, sobre todo en uno de los túneles que está en curva y tiene gran pendiente, pero hoy no, voy con desarrollo ágil, poniéndome de pie y bailando sobre la misma con suma soltura. Como se disfrutan los puertos en estas ocasiones. De la Mongie hasta el final aumenta si cabe la peregrinación ciclista a este santuario a la par que la niebla se vuelve menos densa dejándonos admirar el paisaje y permitiendo una temperatura sumamente agradable. Paro en el control, situado cien metros antes de coronar y mientras recupero el resuello me siento como si estuviera tocando el cielo.

Estamos un rato largo allí, la verdad que no hace frío al contrario de lo que se podía pensar abajo y el ambiente en la cima, como suele ser habitual es tremendo. Turistas de todo tipo animando el paso de los ciclistas de ambas marchas, gente buscando en la cima la deseada foto que atestigüe la hazaña lograda. Nos abrigamos para la larga bajada y sin demorarnos descendemos hacía Luz St. Sauver. En este lado es tiempo pinta peor, de hecho llegando a Bareges nos cae una buena tormenta encima aunque por suerte solo son unos minutos. En Luz ya estamos secos. Mientras estamos allí esperando a reagruparnos, vemos pasar un coche con rotulación de BMC, unas bicis de impresión en la baca y delante un tío que pasa a buen ritmito buscando el Tourmalet con equipación de campeón del mundo. Verde y en botella, efectivamente era el amigo Cadel Evans que le hemos cazado haciendo entrenos secretos. Si luego nadie entrena, jajaja. Los compañeros de grupeta tardan en bajar y luego aparecen contando que habían estado echándose unas fotos con él que había parado en la fuente que hay a la salida de Luz.

Continuamos el descenso agrupados buscando Argeles-Gazost, localidad de comienzo del siguiente coco. Este tramo se hace bastante pestoso. Hace frío y las piernas se resienten de tantos kilómetros sin generar calor. Es momento de comer y beber bien, pero aun así las sensaciones no son nada buenas en este punto. Por suerte las primeras rampas del Soulor las hacen despertar y poco tardo en despojarme del chubasquero.  Hasta Arrens, donde realmente comienza la parte dura de la ascensión seguimos agrupados, disfrutando del bello entorno que nos ofrece el valle de Azun.

Llegando a Arrens me da por fijarme en el cuentakilómetros y justo coincide con un dato ciertamente desolador. Llevamos 120 kms en las piernas, habiendo ascendido tres durísimos Cols pirenaicos y camino del cuarto y sin embargo ¡aun nos quedan 200 kms hasta la meta! Puff la verdad que se queda uno un poco desanimado. No da tiempo a comerse demasiado la cabeza porque como digo en Arrens comienza la parte mas dura del Soulor con 7 kms que nos separan hasta su cima. Nuevamente se repite la historia del Tourmalet y aunque comenzamos agrupados, me voy sintiendo muy cómodo en la ascensión, subiendo muy ágil de piernas y al poco me destaco junto con Edu. Según vamos ascendiendo se va cerrando mas y mas el día y comienza a hacer bastante frío. Al poco viene el Niño por detrás que ha decidido pegarse un pequeño calentón para alcanzarnos. Que envidia lo sobrado que va el tío y además, este año por fin con cabeza para hacer estas animaladas. Así, a un ritmo quizás un poco excesivo teniendo en cuenta todo lo que nos queda por delante alcanzamos un nuevo control donde esta vez si el avituallamiento es consistente. Paras, te recogen la bici y te la aparcar  y mientras sellas, ya te están ofreciendo un trozo de carne recién salido de la plancha. Se agradece un poco de comida calentita, a pesar de que un trozo de panceta no sea lo mas indicado para el estomago de un ciclista, máxime con la kilometrada que queda por delante.

Hace un frío intenso y esta vez el hueco con el resto de la grupeta de foreros ha sido mas amplio, nos estamos quedando congelados y sinceramente no podemos permanecer mucho allí por lo que decidimos continuar y reagrupar en Laruns en el fondo del valle.

Pequeño descenso hacia el circo de Litor que nuevamente, como las dos últimas veces que he pasado por aquí me quedo sin ver y a por los 8 kms que nos separan de Aubisque, por esta cara mucho mas amables de subir. Tras pasar los túneles comienza a llover copiosamente y en algún tramo el aire nos zarandea. Se está poniendo fea la cosa. Dejamos que pase mi hermano con la furgoneta al que decimos que nos espere en la cima para poder abrigarnos. Hacemos este tramo casi como un mero trámite, manteniendo el mismo ritmo de la ascensión al Soulor, claramente compenetrados los tres. Arriba apenas podemos disfrutar del sabor de haber vencido la parte mas dura de la etapa, de rememorar la escena en la que hace 100 años en este mismo lugar Octave Lapize acusaba de asesinos a los organizadores del tour por haber ideado esta infernal etapa. No podemos recrearnos, estar aquí arriba parados significa una hipotermia casi segura ya que hace frio de verdad y llueve a mares. Chubasquero y a buscar el calor del valle en un descenso en que realmente llego a pasar momentos de pánico ya que caen auténticos ríos por la carretera que por si fuera poco encima esta recién echada de gravilla, algo que estilan mucho los franceses a la hora de reparar las carreteras tras los rigurosos inviernos que se viven por aquí pero que a los ciclistas nos supone un importante riesgo. Las llantas apenas consiguen evacuar tanto agua como cae por lo que frenar se convierte casi una misión imposible.

Paramos abajo, justo en el cruce con el Portalet,  a reagrupar e intentar comer algo ya que el trozo de panceta del Soulor unido al intenso frío y la lluvia me han dejado el estomago destrozado, y no consigo meter nada solido. Menos mal que llevo carbohidratos líquidos en uno de los bidones y por lo menos puedo ir alimentándome.  Sigue lloviendo intensamente y tenemos que tomar una decisión. Realmente estar allí parado es fundir de frío así que decidimos no esperar al resto de la grupeta y continuar valle abajo, hacia Bielle, aunque por esta vez dejaremos a nuestra querida amiga Marie tranquila. Poco a poco, según nos alejamos de las montañas el tiempo va mejorando. Nuestro próximo objetivo es Oloron y como el terreno en este tramo es bastante favorable nos ponemos los tres a relevos perfectamente sincronizados, menuda marcheta la del Transgredos-Red Ciclista. Entre que pica para abajo y el intenso ritmo de los relevos nos merendamos el tramo hasta Oloron, que no es para nada corto (unos 35 kms) casi sin enterarnos a pesar del intenso viento de costado.

Atravesamos esta pequeña ciudad siguiendo las indicaciones de la organización, perfectamente visibles durante toda la prueba, aunque para los ciclistas ya que a la salida se nos pierde mi hermano con la furgoneta justo cuando teníamos previsto parar aprovechando que el tiempo ha cambiado completamente y hace un solecito súper agradable. Continuamos unos kilómetros mas mientras nos alcanza, en dirección a Lanne, que a muchos os sonará por ser el lugar de inicio del Col de Issarbe en la Larra-Larrau. Pasado Féas nos alcanza la furgo y paramos en un lateral a comer un poco decente, aunque a mí la verdad que sigue sin entrarme mucho solido ya que llevo el estomago petado como dije antes. Aprovechamos para hablar con Iñaki, compi de equipo que anda muy cerca de aquí afrontando la Irati Extrem, una rápida mirada hacia la zona de la Piedra de San Martin, lo que hemos tenido en el Aubisque y lo que nos cuenta Iñaki nos dan una clara idea de que han debido de tener un día dantesco. En esa conversación estamos cuando justo vemos pasar a un grupo de unas 20 unidades, por lo que le dejo con la palabra en la boca y nos ponemos en marcha a toda velocidad. En este terreno es una oferta demasiado golosa.

Los llanos de IparraldeTras unos kilómetros de calentón conseguimos enlazar y nos tomamos un respiro a rueda, pero pronto se ve lo que suele pasar en estas grupetas, tira tu, no tira tu que a mí me da la risa. Comenzamos a pasar a los relevos para que no paré aquello y resulta una locura, unos ni pasan a relevo ni dejan pasar, cada uno tira como le da la gana sin llevar un ritmo constante y yendo a arreones, vamos un desastre por lo que en un repecho largo pasado Lanne, que vamos tirando Edu, el niño y Yo, simplemente apretando un puntito de nada, se rompe la goma y nos vamos los tres por delante casi sin querer, así que otra vez a volver  al  ritmito y a los relevos. Pasamos el cruce que lleva a Larrau y enfilamos hacia Mauleon donde al poco se nos unen otros cinco con los que hay mejor entendimiento por lo que en este tramo volvemos a volar a muy buen ritmo.

En Mauleon cogemos otra carretera que nos va a conducir hacia la “penúltima” dificultad de la jornada, el Col d’Osquich. Dejamos las carreteras favorables para adentrarnos en las típicas carreteras vasco-francesas entre campas e infinitos repechos y nuevamente el grupo se rompe y nos vamos por delante, prueba de que la gente va ya muy cascada a estas alturas de marcha y que por otro lado nos hace crecernos ya que las sensaciones siguen siendo buenas a pesar de los mas de 230 kms que llevamos encima. Poco a poco los repechos dan paso a una subida constante y nos encontramos el primer cartel indicando kilómetros hasta la cima y desnivel del siguiente kilometro. Será un puertecillo de apenas unos pocos kilómetros, pero no sé si será el kilometraje acumulado o los constantes 8-9% que marca el GPS, que puff, las piernas se resienten. Aun así seguimos con la tónica del día, manteniendo un ritmo constante y ágil de piernas. Debemos llevar bien hechos los deberes porque ni un amago de calambre hasta el momento.

Aquí arriba la sensación es como de si todo estuviera ya hecho, el típico “de aquí a meta todo para abajo”, sin embargo el conocimiento de este tipo de carretera y los 75 kms que nos restan hasta meta nos hacen recuperar la cordura. Cuidado que aún queda mucha tela que cortar. Rápido nos damos cuenta de esta afirmación cuando tras descender el Col d’Osquich nos metemos de cabeza en una maraña de carreteritas con un sinfín de toboganes. Al principio vas con alegría, deseando terminar y coges fuerte las bajadas para subir los toboganes con la inercia, hasta que te vas dando cuenta de cuánto va pesando el plato grande en cada repecho y ves al mirar al garmin en mitad de alguno de ellos cifras de porcentaje de esas que asustan.

Tomamos una carretera mas principal en dirección a Donibane Garazi (Sant Jean Pied d’ Port) y nos topamos con un largo repecho donde Edu comienza a tener amagos de calambres  y se mantiene a rueda, yo sigo con fuerzas y la verdad que el ansia de terminar hace que me sobre un poco en algún momento así que ahí llega el niño para poner un poco de cordura. Al final él tira en las subidas y yo en las bajadas y los llanos. Cada vez que paso a relevo intento que aquello avance, pero resulta frustrante ver como en este terreno apenas corren los kilómetros y eso que como a posteriori comprobé en los datos del GPS, fuimos realmente rápido desde Osquich a meta, de hecho aquí llega mi pequeño bajón del día. No algo físico ya que seguía tirando y tal, sino que mas bien psicológico ya que mi siguiente referencia era la localidad de Hasparren y en uno de los escasos carteles kilométricos, de repente ves que te quedan aun 20 kms. Desde ese punto voy obsesionado con alcanzar esa localidad, sigo alimentándome pero vuelvo a tener el estomago destrozado (benditos carbohidratos líquidos), mataría por una coca cola o un red bull que me devolviera la chispa y eso es precisamente lo que uso para motivarme, llegar hasta Hasparren parar un segundito y tomarme un red bull de los que llevamos en la furgo. Con esa motivación seguimos superando repecho, tras repecho, alguno casi se podría considerar como minipuertos ya que una subida de 3-4 kms es algo mas que un repecho. Por suerte todo en un entorno tremendamente bucólico y amable, tapizado de verdes campas con la suave luz del atardecer que nos deja un tímido sol que ya va buscando el horizonte y nos regala unos tenues rayos entre las nubes que han quedado tras las lluvias.

Así, quemando kilómetros poco a poco por fin alcanzamos Hasparren, ahora sí que está hecho. A partir de aquí según los perfiles que nos habíamos mirado los días previos, las visitas al googlemaps y al street view, todo era favorable hasta meta. Lo primero, me tomo el deseado red bull. Aunque ahora tenemos otro pequeño problema, nos quedan 30 kilómetros y son las 9 pasadas, tenemos luz hasta las 10, nos toca apretar. Justo en ese momento pasa un solitario participante como un obús, nos miramos un segundo y ¡a por él! Inmediatamente cogemos un ritmo importante de crucero y volvemos a los relevos sincronizados. Algún repecho corto aun tenemos que pasar, pero ya sin quitar el plato, pedaleando con fuerza. Cazamos y por suerte encontramos colaboración, con lo que cuatro ciclistas pasando a relevos por terreno favorable (aunque con viento frontal) hacen mucho camino. Yo ya no me dejo nada y voy muriendo en cada relevo y el cuentakilómetros rara vez baja de 35 km/h. Ya oscureciendo abandonamos la preciosa carretera que nos traía hasta aquí y alcanzamos una zona de polígonos industriales, para al poco pegarnos a una ría. Ya huele a mar, esto esta finiquitado. Pendientes de las flechas que nos llevan callejeando hasta el estadio de rugby de Bayona y para rematar como si no hubiéramos tenido suficiente el niño lanza un duro sprint al que respondo, que gustazo llegar con fuerza, justo cuando están dando las 10 apurando los últimos minutos de luz del día. ¡Objetivo cumplido!

Sellamos el último control y es dejar la bici y sentarme un minuto en el suelo cuando me viene todo el bajón que no he tenido en todo el día de golpe. Media hora mas tarde aparecen el resto de la grupeta forera también con una sonrisa de oreja a oreja. Día grande de ciclismo.

He dejado pasar unos días para escribir esto, para dejar caer la euforia con la que terminamos y saborear plenamente el reto conseguido. Es una prueba dura, muy dura. Nada que ver con lo que estamos acostumbrados. El kilometraje es el principal aspecto a tener en cuenta, es muy fácil venirse abajo mentalmente con datos como los que comentaba en estas mismas líneas y si a ello le sumamos el durísimo terreno, conviene ir mas que con las piernas con la cabeza muy bien entrenada. De todas formas que nadie que la quiera hacer se eche para atrás ya que la mayoría de la gente hacía en 2 etapas, durmiendo pasados los puertos. A las 7 de la mañana para esta gente hay un control de salida en Oloron, con lo que queda un recorrido muy asequible. Estoy seguro de que volveré a repetirla ya que es un recorrido que emana sabor a ciclismo por todos los lados, espero haberlo dejado así plasmado y que no os hayáis aburrido mucho leyendo este tochazo.


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